CINE
“Esta mañana tu aún dormías y yo estaba despierto. Entre el pelo que te tapaba la cara, he visto tus ojos cerrados. He sentido cómo la conmoción se me ponía en la garganta y tenía ganas de gritar y despertarte porque tu cansancio era demasiado profundo y mortal. En la penumbra, la piel de tus brazos y tu cuello estaba viva y yo la sentía tibia y seca. Quería pasarle los labios por encima pero la idea de perturbar tu sueño y de tenerte entre mis brazos, me retenía. Prefería tenerte así, como algo que nadie podía quitarme. Porque sólo yo la poseía, una imagen tuya para siempre. Sentirte ya no mía, sino una parte de mí algo que respira conmigo y que nada podrá destruirlo sino la torpe indiferencia de una rutina que veo como única amenaza”. (La Noche, de Michelangelo Antonioni)
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